Los productos de agricultura industrial que encontramos cada día en las grandes superficies no son garantía de calidad y salud (transgénicos, uso abusivo de pesticidas altamente perjudiciales para el medio ambiente ...), y pueden repercutir en nuestra alimentación.
Por otra parte, también se deben tener en cuenta sus repercusiones sociales, derivadas de la reproducción de sistemas de explotación laboral. Estos mecanismos han generalizado las condiciones precarias para el/la agricultor/a, que apenas recibe un ínfimo porcentaje del precio del producto, las cuales se acentúan en el caso de los trabajadores inmigrantes "sin papeles" (El Ejido, etc.), sin olvidar las consecuencias para los países del Tercer Mundo, en los que el cultivo masivo e indiscriminado de determinados productos destinados a las grandes exportaciones, contribuye a desequilibrar su propia economía interna.
Frente a todo lo anterior, la Cooperativa unitaria de producción-distribución-consumo de agricultura ecológica ¡Bajo el Asfalto está la Huerta! propone un modelo alternativo basado en la autogestión, un modelo sustentado en una estructura asamblearia y un funcionamiento horizontal, que hace posible la relación directa productor-consumidor, implicando la participación tanto del colectivo de trabajadores , como de los diferentes grupos de consumo de distintos barrios, localidades y colectivos de Madrid que han ido constituyendo y ampliando la cooperativa. La distribución determina qué llega a quién y a dónde, y hoy separa producción y consumo a través de múltiples intermediarios, cientos o miles de kilómetros por tierra y mar, infraestructuras devoradoras de espacios sociales y naturales ... y todo ello concentrado en unas pocas manos.
¡Bajo el Asfalto está la Huerta! cuenta con terrenos de cultivo en La Vega de Tajuña (Madrid), y la fuente principal de ingresos son las cuotas fijas de los/las cooperativistas, la cual se apoya también en diversas acciones, tales como cursos de agroecología, venta de camisetas, aportaciones solidarias ... Así, se reparte el esfuerzo dentro de la cooperativa y se consigue seguir al margen de los bancos y sus créditos, y del Estado con sus subvenciones.
De este modo, este sistema garantiza la seguridad de estar consumiendo productos absolutamente naturales, con el uso exclusivo de tratamientos de agricultura ecológica para combatir plagas y enfermedades y de cuyas condiciones, proceso de cultivo (y de distribución) tiene perfecto conocimiento el/la consumidor/a.
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